La serie cuenta seis de los casos criminales más tristemente célebres de la historia moderna, que sobrecogieron a la sociedad británica
Entre ellos se encuentra la historia de Sarah Payne, la niña de ocho años secuestrada y asesinada por el pedófilo Roy Whiting
El canal de televisión Crimen & investigación estrena, el próximo sábado, 16 de abril, a las 21.00 horas, “Crímenes que conmocionaron a Gran Bretaña”, una serie que investiga algunos de los crímenes más terribles que han ocurrido en ese país, a través de los ojos de las personas que vivieron los duros momentos. Junto con reconstrucciones, entrevistas clave y material de archivo, el canal recompone las piezas de los últimos momentos de la vida de las víctimas y cuenta cómo las consecuencias de estos crímenes produjeron importantes cambios en la legislación británica. A lo largo de la serie, se examinan seis de los casos criminales más tristemente célebres de la historia moderna británica.
La serie comienza con la historia del Dr. Harold Shipman, uno de los mayores asesinos en serie del mundo, que fue acusado de haber matado a 215 pacientes mediante inyección letal. Uno de los nombres propios del crímen británico es el de Beverley Allitt, una enfermera recién titulada que, en 1991, perpetró una serie de terribles crímenes. En lugar de cuidar a los niños de la sala infantil en la que trabajaba, Beverley los asesinaba. Otro de los casos que el canal muestra es “La mantanza de Hugerford”. El 19 de agosto de 1987, Michael Ryan abrió fuego contra los habitantes de Hugerford y mató a dieciséis personas e hirió a otras quince.
Pero no sólo los asesinos tienen cabida en esta serie, el canal cuenta la historia las víctimas. El primer caso es el de la joven Stephanie Slater, de 25 años que, en 1992, fue secuestrada y retenida durante ocho espantosos días, en los que sufrió todo tipo de torturas y abusos. También una madre y sus dos hijas fueron atacadas, en 1996, de forma brutal en una zona de la campiña inglesa de Kent, de este brutal encuentro, Lin Russell y su hija Megan resultaron muertas pero la hija mayor, Josie, logró recuperarse milagrosamente. Por último, en el año 2000, Sarah Payne, de ocho años, desapareció mientras jugaba en un campo cerca de la casa de sus abuelos, días más tarde se encontró su cadáver. Roy Whiting, un pedófilo convicto, la había matado.