Estreno exclusivo doble capítulo: martes 19 y 26 de marzo, a las 22:30h
Producida por FRONTLINE -el sello de documentales de investigación más relevante de EEUU-, la serie muestra cómo la ambición por crecer a toda costa provocó numerosos errores en la compañía, como la filtración masiva de datos de los usuarios o la injerencia en procesos electorales y movimientos sociales
Compuesto por dos capítulos, el documental cuenta con material inédito y entrevistas en primicia a cinco directivos actuales de la compañía y otros ex trabajadores que fueron testigos de la evolución de la empresa
El próximo martes 19 de marzo, a las 22:30h, Odisea estrena en exclusiva ‘Las mentiras de Facebook’, una serie documental que profundiza en la historia del gigante tecnológico, poniendo especial atención sobre algunos de sus capítulos más oscuros como la filtración masiva de datos de los usuarios, su ambición por crecer a toda costa y la forma en que se convirtió en un peligro geopolítico por su injerencia en procesos electorales y movimientos sociales.
Producido por FRONTLINE -el sello de documentales de investigación más relevante de EEUU y ganador de los premios más importantes de periodismo y radiodifusión, entre los que se incluyen 89 premios Emmy y 20 premios Peabody-, el documental cuenta con material inédito y entrevistas en primicia a cinco directivos actuales de la compañía y otros ex trabajadores que fueron parte fundamental de la gran transformación de la empresa.
La serie llega a España tras ser respaldada por la crítica, investigadores y medios de comunicación en EEUU. El diario Wall Street Journal cree que este documental muestra “un mensaje que no se puede ignorar”; mientras que Los Angeles Times, por su lado, considera que el contenido plantea “profundas preguntas sobre la responsabilidad corporativa y la manipulación de la conducta de los usuarios”.
Compuesto por dos capítulos, ‘Las mentiras de Facebook’ comienza mostrando grabaciones antiguas de un joven Mark Zuckerberg que muestra con orgullo su primera oficina equipada con mesas de IKEA. El objetivo inicial del programador y empresario era crear un mundo hiperconectado, una meta idealista que con el paso de los años pasó a ser mucho más ambiciosa. La búsqueda de crecimiento, ingresos y usuarios hicieron que sus ejecutivos no prestarán suficiente atención a otros segmentos fundamentales de la compañía como la privacidad y las ‘fake news’.
Pese a que los escándalos parecen haber pillado a Facebook por sorpresa, las advertencias sobre los riesgos han estado ahí desde hace mucho tiempo y han sido ignoradas por la compañía.
El punto de inflexión, y de todos los problemas, fue en 2006 cuando la compañía desarrolló un modelo de negocio multimillonario que explotaba su activo más valioso: los datos personales de sus usuarios. La adición de Newsfeed en 2006 y el nuevo botón «Like» en 2009 fueron clave, convirtiendo a la plataforma en una mina de oro. «Esto nos dio un grado de comprensión cada vez mayor sobre las personas», dice Mike Hoefflinger, ex director de marketing empresarial de Facebook.
A medida que la plataforma crecía, había pocas limitaciones en cuanto a qué contenido se publicaba, y la empresa asignó recursos insuficientes para hacer cumplir sus directrices: «Confiamos en lo que creíamos que era el sentido común y la decencia del público para vigilar el sitio», dice Tim Sparapani, ex director de políticas públicas de Facebook.
La decisión de no dedicar suficientes recursos a ‘filtrar’ los mensajes que se vertían en la plataforma tuvieron importantes consecuencias en la Revuelta Árabe de 2011 –en donde Facebook hizo de catalizador-, las elecciones estadounidenses de 2016 –Trump invirtió 100 millones de dólares en ‘promocionarse’ en la red social- y en Myanmar, donde la compañía fue acusada de facilitar la propaganda contra la minoría rohingya, víctima de un genocidio.
Fue Sandy Parakilas, ex gerente de operaciones de Facebook, quien avisó hace más de cinco años a los ejecutivos de la empresa sobre los riesgos de que los datos personales de los usuarios pudieran obtenerse de forma inapropiada y utilizarse indebidamente. Pero sus advertencias no fueron escuchadas. «No es agradable ser un chivato, pero sentí que era mi responsabilidad ya que conocía lo que estaba ocurriendo. Creo que hay una cierta arrogancia que ha llevado a un cúmulo de malas decisiones. Las repercusiones a largo plazo no se han analizado detenidamente. Y nos han llevado a donde estamos ahora mismo», comenta en el documental.